Yogur y lactosa
Aproximadamente un 30% de la población española tiene problemas para digerir la lactosa[1], lo que puede suponer una limitación para estas personas a la hora de cubrir sus necesidades de calcio.
El yogur puede ser una buena opción para cubrir las ingestas recomendadas de nutrientes como el calcio en personas con problemas para digerir la lactosa, sin renunciar al consumo de lácteos en su dieta.
Los fermentos favorecen la digestión de la lactosa porque, durante el proceso de fermentación la usan como sustrato o alimento formando compuestos más simples. Tras el consumo de yogur, los fermentos vivos siguen actuando sobre la lactosa en el intestino delgado, reduciendo el aporte inicial de lactosa hasta en un 30% aproximadamente. Es por este motivo que los yogures son más fáciles de digerir.
La mayoría de los adultos y adolescentes con problemas para digerir la lactosa pueden llegar a tolerar hasta 12 g de lactosa al día, mejor si se hace de forma repartida en diferentes tomas. 100 g de yogur aportan aproximadamente 4 g de lactosa, lo que ayuda a distribuir la ingesta de a lo largo del día. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria afirma que los cultivos vivos del yogur mejoran la digestión de la lactosa del producto en personas con problemas para digerir la lactosa, lo que convierte al yogur en un aliado para ellos.
Aquellas personas con intolerancia estricta a la lactosa, pueden encontrar en el mercado, yogures sin lactosa. En cualquier caso, aconsejamos consulte con el especialista.